top of page

·EL BOSQUE DE BOMARZO·

El Parque de los Monstruos (en italiano Parco dei Mostri) situado en la localidad italiana de Bomarzo, provincia de Viterbo, es un conjunto monumental situado en las laderas de un auténtico anfiteatro natural, que Pierfrancesco II Orsini mandó construir en el siglo XVI a los arquitectos Pirro Ligorio y Jacopo Barozzi de Vignola entre otros. Orsini quiso dedicar el parque, que inicialmente fue conocido como el Bosque Sagrado (en italiano "Sacro Bosco", a su mujer, Giulia Farnese . En él entre los árboles, parterres y arroyos, se encuentra una fabulosa colección de esculturas esculpidas en roca de personajes míticos y animales fantásticos.



a agreste naturaleza que la envuelve, la vegetación y los arroyos serpenteantes, convirtieron la zona de Viterbo durante la Edad Media en residencia de verano de los Papas, y con sólo contemplar sus paisajes, el peregrino, el buscador de paz y belleza, queda enamorado al instante, llenando un trocito de su alma del sosiego y la calma que se respira. Con una tradición que se remonta a los tiempos de Etruria, la localidad de Bomarzo entrará en la historia -la que se conoce por la gente, la que se visita-, por un jardín del siglo XVI único en su género, la Villa de las Maravillas o Bosque Sagrado. Fue mandado construir en 1552 por el príncipe Pier Francesco Orsini, apodado Vicino Orsini, descendiente de una de las familias más poderosas de Roma. El artífice del proyecto fue Pirro Liborio y entre ambos idearon «algo que se parece sólo a sí mismo».


Las esculturas esculpidas en la misma roca surgen del suelo como cómplices del terreno. Personajes míticos y animales fantásticos, parterres y arroyos, salpicados de máximas herméticas escritas en ánforas o en muros de piedra, parecen transmitirnos el secreto de un camino iniciático que, en la medida que nos lleva al corazón del bosque, nos transporta también al interior de nosotros mismos, mostrándonos las pruebas, los umbrales y los peligros del sendero que conduce a la conquista interior.



Dos esfinges flanquean la entrada, moradores benignos del umbral que en vez de inquirir con severidad nos recomiendan con advertencias: «Quien con la ceja arqueada y el labio apretado no va por este lugar, carece de admiración, pues éste es uno de los lugares solitarios más famosos del mundo…» «Tú que entras aquí, pon tu mente aparte y dime si puede ser que tanta maravilla esté hecha por engaño o por un arte puro».



iguiendo el sendero, los rostros de Jano, Hécate, Saturno y Fauno nos miran con severidad hasta que llegamos junto a una estatua colosal. Una cabeza con las fauces abiertas dispuesta a devorarnos, adornada con espumeantes olas de mar (Tierra-Agua), rodeada de una aureola de mariposas (Aire) y que soporta sobre su cabeza una esfera que gira en su espiralado dibujo (Fuego). En lo alto, en el centro inamovible de la esfera, se alza un castillo (Eter, la quintaesencia) ¿Es tal vez la representación simbólica de los 5 elementos? ¿Nos están mostrando el tesoro escondido, el premio de la conquista, el secreto de la evolución consciente?

¿Por qué Vicino Orsini construyó este jardín? ¿perteneció a alguna de las logias y cofradías de alquimistas y filósofos que surgieron en el Renacimiento italiano? Estas y otras preguntas siguen rondando en la mente cuando abandonamos el jardín de las maravillas… mas salimos de él distintos de como entramos. Algo ha cambiado, ya no somos los mismos, nos queda el recuerdo de haber contemplado, como espectadores de una tragedia, el misterio del alma humana…

bottom of page