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LA ENFERMA DE MONTECILLO

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Recorriendo la carretera que desde Espinosa de los Monteros conduce a Bercedo encontraremos el acceso al lugar de Montecillo, que no presenta un interés mayor que otros pueblos de la zona.



Pero si me he decidido a publicar un artículo sobre este lugar es recordando la curiosa historia de La Enferma de Montecillo, la cual conocí en cuarto milenio hace unas semanas y me impactó ¿Verdad o montaje? Juzgadlo vosotros mismos.

"Se llamaba Amalia Baranda y nació en 1896 en Quintana de los Prados aunque con 13 años se trasladó a Montecillo. El 16 de Marzo de 1918 Amalia empezó a sentirse mal con unos fuertes dolores. Los remedios caseros no dieron resultado y cuando la visitó el médico aconsejó a sus padres que la preparasen para bien morir. Pero mientras se esperaba un funesto final, su muerte se iba alargando día a día y año a año. Lo más curioso de todo era la total abstención en la ingesta de alimentos, a lo que nadie encontraba explicación.

El médico, cansado de frecuentes visitas para tan incomprensible enfermedad, empezó a tratar a la enferma con dureza, considerando la enfermedad únicamente como una agudísima vagancia. Amalia sufría no obstante terribles amagos de asfixia y al parecer la ausencia de alimento causaba estragos en los inviernos.

En el año 24, tras seis de enfermedad, el nombre de Amalia y el pueblo aparecen en la prensa nacional y extranjera, y con ello un continuo aluvión de visitantes. En tan sólo dos meses, en 1936, recibió la visita de 26 sacerdotes, 188 paisanos y 23 médicos.

El año 1927 se decidió trasladar a la enferma a Zaragoza en un coche de alquiler, con la promesa a sus padres de volverla a casa con vida. Sin embargo, los experimentos con la enferma trajeron a Amalia muchas molestias y ningún beneficio. De los análisis de orina trascendió un inexplicable contenido en oxígeno, así como un contenido en acetona en la sangre que se podía oler de manera directa. Ante la posibilidad de que todo se tratase de un engaño, se montó guardia día y noche ante la cama de la enferma durante 17 días durante los cuales no consumió sino la comunión. La investigación tampoco encontró pérdida de peso ni de calorías a pesar de tan singular abstinencia.

De regreso en su casa, ya en 1935, incluso el Dr. Vallejo Nájera visitó a la enferma sin que tampoco lograse encontrar explicación al fenómeno. Amalia finalmente falleció en Noviembre de 1936 en Espinosa de los Monteros, adonde había sido trasladada por sus padres debido al comienzo de la guerra civil, tras 18 años postrada en una cama sin ingerir un solo bocado. "

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